De la década de los sesenta a esta parte se ha estudiado con detenimiento el comportamiento de nuestros parientes más próximos: los chimpancés. Destacan los trabajos de campo de Jane Goodall en las selvas de Gombe (Tanzania) y los estudios psicológicos realizados por los Gardner. Estos últimos llegaron a enseñar a un ejemplar hembra de chimpancé (llamada Washoe) el lenguaje de los sordomudos, El AMESLAN. Este experimento nos viene a demostrar que estos animales pueden dominar, hasta cierto punto, el lenguaje simbólico.
Sin embargo, no es posible extrapolar la experiencia del homo sapiens y sus consiguientes logros culturales a otras especies, con independencia de su proximidad filética al hombre, debido a que la adquisición del lenguaje fué producto de unas necesidades que paulatinamente fué imponiendo la vida social, el desarrollo tecnológico y la exploración de distintos medios. El Homo socio-cultural se construyó su propia historia. El chimpancé y sus antecesores, relegados a la vida en los bosques, no incluyeron el lenguaje articulado en el abanico de sus necesidades. Lo mismo se puede decir del empleo de utensilios por parte de esos primates: se sabe que usan piedras y palos para ahuyentar a los depredadores, llegando a deshojar las ramas de los árboles para obtener tallos con los que pescar termitas. Sin duda, se han asentado las bases de una protocultura (a este respecto, es de sumo interés el ensayo de Jordi Savater Pí "El Chimpancé y los orígenes de la cultura" ).
Sin embargo, el empleo de esas técnicas no es esencial para su supervivencia cotidiana. La producción de la herramienta y el utensilio por el chimpancé se realiza “ad hoc”, para la ocasión. Los instrumentos ni se conservan ni se acumulan. Cuando un chimpancé desea pescar termitas no utiliza el tallo del día anterior, fabrica uno nuevo. En los experimentos sobre la enseñanza del lenguaje se ha comprobado que efectivamente los chimpancés pueden transmitir a otros el dominio del AMESLAN, sin embargo, la tendencia en una cadena de transmisión del lenguaje no es precisamente la de ampliar el acervo del vocabulario sino todo lo contrario, a su reducción paulatina. haciéndose uso de utensilios con carácter ocasional y no permanente, y no puede ser de otro modo, pues, con independencia de su nivel de inteligencia, su modo de desplazamiento cuadrúpedo se lo impide. El caso es que lingüistas como Chomsky o psicólogos como Pinker aseguran que Washoe nunca aprendió a hablar, que se limitó a imitar y a repetir gestos, algo muy distinto a lo que es dominar un lenguaje generativo.
El hombre, por el contrario, usa la herramienta con carácter permanente porque es la prolongación de su cuerpo. Su economía está basada en la herramienta como medio de incrementar su eficiencia y llega hasta el extremo de no poder prescindir de la herramienta como medio de producción, como medio de vida. El uso de la herramienta implica la creación de su propio medio. En los comienzos el instrumento fue un sustituto de los dientes y de las zarpas estando ligado su empleo a las funciones básicas de desgarrar la piel de la carroña y seccionar la carne. Se supone que los primeros homínidos eran animales carroñeros, merodeadores de los grandes depredadores y por tanto ocupaban en el ecosistema el mismo nicho ecológico que los buitres y las hienas, sus primeros competidores en el ecosistema. Los primeros instrumentos no debieron, por tanto, ser instrumentos mortíferos. Los chopperes de Olduvai, lascas toscamente cortadas, pudieron servir para desgarrar y cortar, no para matar. El resto de las herramientas debió emplearse de modo ocasional: un fémur o un palo pudieron ser un instrumento intimidatorio para que hienas y buitres se alejasen de sus presas. Por eso, la historia del hueso asesino (véase 2001, una odisea en el espacio de Arthur Clark/Stanley Kubrick) tiene más base bíblica que histórica, el asesinato fratricida y la consiguiente expulsión del paraíso.
Recapitulemos los pasos seguidos en el empleo del utensilio. En un primer momento, se supone que el uso de la herramienta técnica se reduce a ámbitos marginales que permiten la ampliación de su capacidad operativa en determinados aspectos de la actividad cotidiana del antropoide-homínido. No es instrumento básico para su supervivencia y se utiliza accesoriamente, fuera de la esfera de las actividades esenciales de defensa y ataque Más adelante el empleo de la herramienta técnica operará un desplazamiento se pasará de la herramienta como sustituto de la incapacidad biológica a la herramienta como medio de ampliar la capacidad de acción del homínido sobre su entorno, lo cual implica ya de por sí un deslizamiento del nicho ecológico originario. Para franquear el nicho ecológico de carroñero a cazador - recolector se requiere una mayor gama de herramientas, una mayor gama de habilidades y ciertas dotes de organización, previsión y conocimiento del medio. Mientras los australopitécidos y hábilis quedaron confinados a la franja del Rift, Erectus se desplazará fuera del continente. lo que significa que el desplazamiento de nicho ecológico pudo implicar la expansión definitiva de la especie.
Aunque se dice que los chimpancés y los macacos japoneses han desarrollado formas de transmisión cultural, en ello no hay que poner demasiado entusiasmo, pues las batatas que entregan a los macacos que luego lavan y salan en el mar, quienes las siembran y recolectan son otros primates, los hombres, y lo mismo sucede con el arroz que estos primates separan de la arena echándolo en el agua. Es un experimento manipulado, igual que la enseñanza del lenguaje a los chimpancés. Se les enseña un lenguaje humano acoplado a las necesidades humanas y por otro lado se quiere ver a los chimpancés como humanos mutilados del sentido del habla, del mismo modo que vemos hoy a los sordomudos, y los chimpancés no son sordomudos ni niños que, al no poder aún hablar, se encuentren mutilados del sentido de la comunicación ¿porqué esa tendencia a extrapolar nuestro sentido de la comunicación a otras especies?.
Hay mucho de antropomorfismo en estos experimentos, y esa tentativa de humanizar a los chimpancés me recuerda las imágenes grotescas de los circos, con chimpancés vestidos de persona y dispuestos a hacer el payaso como motivo de jolgorio y diversión del espectador . Lo que causaría realmente asombro, en relación a los macacos japoneses, es que estos animales aprendieran a sembrar las batatas y el arroz, se posterior recolección y, finalmente su consumo (con sal o sin sal). Por eso más invención cultural, como proceso totalmente independiente de la actividad humana, me parece la que descubrió Jane Goodall cuando vivió en los años sesenta entre los chimpancés salvajes de Gombe, que demuestra el uso teleológico y proyectivo que hacen de la herramienta; el tallo para pescar termitas y la esponja de hojas mascadas para sacar agua de los huecos de los árboles o los lechos de ramas y hojas que se construyen en la copa de los árboles.
Tales observaciones nos demuestran que la cultura tuvo su origen en el ámbito marginal de la actividad cotidiana de los homínidos, pues ni las termitas son el alimento básico de los chimpancés, solo un complemento nutritivo, ni el agua la obtienen exclusivamente a través de procedimientos técnicos, pues si tuvieran que esperar a que el agua de lluvia cubriera las oquedades de los árboles para poder beber, seguramente morirían de sed. En este último caso, aunque no se puede afirmar con propiedad que no hayan aparecido culturas distintas a la humana, estas formas germinales se encuentran más bien en el campo de lo puramente anecdótico. Hagamos una suposición hipotética. El hombre se extingue totalmente del planeta, ¿sería relevado por los chimpancés o por sus sucesores a lo largo de , por ejemplo, un periodo de cinco millones de años (algo así como la película “El Planeta de los Simios” pero con base algo más científica)?.
El chimpancé, troglodytes o paniscus, es una especie hoy en vías de extinción sin que en ello tenga mucho que ver la intervención del hombre, pues los antropoides ya se encontraban en franco retroceso frente a otras especies de primates. Carecen de la vitalidad de las especies expansivas: de las ratas, cuervos y gaviotas de la actualidad e incluso de homo erectus en su momento. Nada nos dice a favor de que deban marchar hacia patrones humanos (nuestra teleología antropomórfica continuamente nos traiciona, pues, puestos incluso a admitir que algún día dominaran una forma de comunicación, esta no tendría porqué ser el lenguaje articulado tal y como nosotros lo conocemos). Su estructura no es bípeda ni erguida, sus brazos son más largos que sus piernas y su cavidad bucal y esofágica le impide el lenguaje articulado. Cuando se planteó evolutivamente el bipedismo y la posición erguida, el antecesor del chimpancé y el gorila se escindió claramente de los antecesores de los australántropos.
No se si realmente los actuales miembros de esas especies podrían evolucionar hacia formas humanas o hacia otras formas inteligentes distintas a las humanas, pero me inclino por la respuesta negativa, pues, en primer lugar, como ya he apuntado antes, se trata de especies en extinción, por otro lado, para que se reproduzca la secuencia humana habría que suponer una serie de cambios geológicos y bio-climáticos similares a los del plioceno y pleistoceno, y si la historia de la vida tiende a la reproducción y a la repetición a niveles individuales, la historia climática y geológica no marca esa misma pauta al ser en esencia azarosa e irrepetible. Por tal razón no podemos esperar las mismas secuencias evolutivas que dieron lugar a la aparición de sapiens.
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