miércoles, 24 de octubre de 2012

¿Humanización de la sexualidad?


No entiendo muy bien qué ha querido decir el Papa cuando habla de humanización de la sexualidad.

En principio es, como otras muchas frases del Papa, una frase con pretensiones pero profundamente hueca, absurda y sin contenido. Daría el mismo efecto aludir a la humanización de la respiración, de la nutrición y digestión. Las funciones fisiológicas del reino animal se basan en idénticos principios.

Pero a lo que se refiere el Papa es al uso del preservativo como algo que, al parecer, deshumaniza o animaliza a la persona. Desconozco la existencia de especie animal alguna que utilice frecuentemente el preservativo como medio anticonceptivo, como igualmente desconozco alguna otra que adopte medidas de forma consciente contra el contagio de enfermedades venéreas, previa a la realización del acto sexual.

Precisamente el uso del preservativo o de cualquier otro medio anticonceptivo es un síntoma de humanización, de empleo consciente de utensilios para un fin determinado como rasgo definitorio del homo sapiens.

Si tuviéramos que empezar a desmitificar habría que entrar en su propia casa, la Iglesia Católica (como cualquier otra, pero como hablamos específicamente del Papa me refiero a ella) y a sus múltiples fetiches. Ya Feuerbach decía que para rescatar al hombre, su humanidad, era preciso desterrar la divinidad misma como expropiadora de la condición humana.

El sexo no encierra misterios místicos, es una faceta de nuestra realidad existencial y no entiendo por qué no va a ser legítimo como medio de búsqueda del placer y satisfacción del deseo, algo que no considero criticable en absoluto si ambas partes obtienen un provecho recíproco. ¡Cómo cambia la Iglesia Católica en la apreciación de las cosas! El sexo siempre había sido objeto de estigmatización por ser pecado y ahora resulta ser un medio privilegiado de comunicación aunque dentro de un orden, previa bendición eclesiástica de una promesa de eterna monogamia.

Del mismo modo que el empleo de la herramienta en el trabajo y en nuestra actividad cotidiana, como todo acto que implique previsión y anticipación al futuro, es un síntoma de humanización puesto que implica liberarse de los límites a los que nos sujeta nuestra mera condición biológica, en empleo de preservativos y otros medios anticonceptivos se enmarca en la humanización de la sexualidad en tanto que nos hace libres de elegir cuando queremos tener descendencia y cuando no. El preservativo es profundamente humano, nos libera de contraer enfermedades infecciosas y nos permite vivir sin riesgos.

La cultura y la tecnociencia, caracteres humanos, nos hacen alcanzar aún mas metas, desligando la reproducción de la sexualidad. Gracias a las técnicas de reproducción asistida y de fecundación "in vitro" el hombre puede rebelarse, mediante la ciencia, contra la esterilidad y todo eso es progreso, es humanización en el pleno sentido de su palabra.

El Papa no quiere humanizar la sexualidad, la quiere teologizar, sujetarla a trabas, prejuicios y principios de orden religioso.