martes, 28 de agosto de 2012

A vueltas con los alienígenas, un intento de aproximación racionalista


¿Cómo suelen ser esos pretendidos alienígenas?. Generalmente su estructura anatómica es esencialmente humana, o bien humanoide aunque modelada con ligeras variables referentes al color (suelen ser verdes), tamaño de la cabeza (muy grande, pues son “muy inteligentes”) y demás accesorios: antenas, trompetas y demás arsenal que nos ha ido suministrando el mundo de los comics. Pero los autores de ficción científica no se quedan atrás: ¿porqué siempre se les supone una  anatómica humanoide o protohumanoide como el muñeco de Rosswell? 

Es inmensa la cantidad de azares que han intervenido a través de la historia biológica para la configuración del cuerpo humano: de los peces a los reptiles, de estos a los mamíferos, dentro de estos los roedores, los plesiadapiformes, los adápidos, los omómidos,  los lemúridos, los prosimios, procónsul, homínidos, homo.. Resultado de un contínuo desarrollo y desplazamiento de medios, impulsados por cambios climáticos y glaciaciones, por modificaciones de hábitats y generación de nuevos: de los Océanos a la Tierra firme y dentro de esta a los árboles de los Bosques, y de estos a las Sabanas... Es una historia singular e irrepetible, incluso en el difícil caso de que en nuestro mismo planeta se volvieran a reproducir procesos consecutivos.
Por eso me llevo las manos a la cabeza cuando advierto que fenómenos contingentes y singulares adquieren en manos de estos divulgadores ufólogos un plúrito de universalidad. La naturaleza, según ellos, tiene en todas partes y en todos los tiempos la natural tendencia a construir seres humanos o similares. Hemos de atribuirlo a la escasa imaginación o a la poca formación científica  de los autores de ficción científica y a ambas cosas a la vez,  unidas a prejuicios antropocéntricos rayanos en la demencia teológica. Si hacen uso de la imaginación, por lo menos lo que podían hacer es instrumentarla creativamente, que recurran con más asiduidad al arsenal de la ciencia que al de la teología y el animismo. Me sitúo en el bando de los incrédulos, pues no hay motivo alguno para suponer la existencia de vida extraterrestre, pero una vez puestos en el fantaseo, podemos imaginar muchas cosas.

La ficción científica se encuentra atrapada en los paradigmas geocéntricos; en cierto modo el pensamiento de los autores de ciencia ficción siguen siendo mentalmente ptolemáicos, no han captado aún la importancia del giro copernicano y en tal sentido no escapan a los parámetros terrícolas. Nuestro sistema solar ha formado dos grupos de planetas, los interiores de superficie sólida (Mercurio, Venus, La Tierra y Marte) y los exteriores, grandes masas de gas (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno), la vida que conocemos se ha generado en un planeta de superficie sólida y líquida, se ha formado a partir del agua en estado líquido, nuestras estructuras vivientes son gelatinosas, semisólidas y semilíquidas cierto, pero, ¿no se puede imaginar (ojo, digo imaginar, no que vaya a ser cierto o incluso a poder ser cierto) la posibilidad de que emerjan formas de vida en estado gaseoso en aquellos mundos cuya elevada temperatura impida la formación de agua en estado líquido, algo así como nubes animadas (incluso pensantes) o la existencia de estructuras auto-replicativas que no se basen en la doble hélice de ADN, en los veinte aminoácidos básicos, o en la química del carbono sino la del silicio?

Isaac Asimov hizo en este sentido auténticos ejercicios de imaginación con base científica. A la pregunta de cómo habría de ser un marciano, en el sentido literal de habitante de Marte, no hablaba de hombrecillos verdes ni demás chapuzas de la imaginación (más bien falta de imaginación) de los iluminados abducidos, sino un auténtico ejercicio de probabilidades teniendo en cuenta un conjunto de variables fundamentales como la masa del planeta Marte, la fuerza de atracción gravitatoria, sus ciclos de rotación y traslación, las temperaturas, los compuestos químicos existentes, etc. si se hace una especulación, lo menos que cabe esperar es que se haga correctamente.

Pero nos encontramos con cada producción sobre extraterrestres que la verdad es que más que en el género de ciencia ficción se las podría encasillar en otros géneros. Como exponente máximo de cine religioso/extraterrestre nos encontramos con la película ET (un reptil humanoide), que más que una película de extraterrestres, lo que parece es una versión yanqui y bastante babosa de la nacional y relamida “Marcelino, Pan y Vino”. Pero antes de los marcianos místicos y angelicales el turno correspondió a los marcianos de guerra fría como los de “La Guerra de los Mundos”, “V”, “Independence Day” , auténticos soldados de Hitler o Stalin dispuestos, con total frialdad, a exterminar a toda la humanidad. Pero la paranoia de Guerra Fría llegaba aún más lejos, los enemigos no tenían porqué venir forzosamente del exterior en sus sofisticadas naves, podían también infiltrarse, y al abrigo ideológico de la caza de brujas y el maccarthismo, aparecieron películas como “La Invasión de los ladrones de cuerpos” en una primera versión y en una posterior llamada “La Invasión de los Ultracuerpos”, donde los extraterrestres arrojaban unas esporas que, en contacto directo con los cuerpos humanos, tenían la propiedad de duplicarlos a medida que iban succionando los originales. Sin embargo, era posible identificarlos al ser seres que no mostraban la menor emotividad, fríos y calculadores, exactamente iguales a los comunistas de las películas de guerra fría  ; y en otras, como la serie de los años sesenta “Los Invasores”, los extraterrestres tenían cuerpos humanos, también se infiltraban, pero algo los delataba, su dedo meñique no se plegaba en los apretones de manos y se les podía detectar exactamente igual que a los masones, que se dan a conocer mediante un saludo similar (introduciendo dos dedos bajo la palma de la mano), toda una conspiración judeo-masónica.

Pero no todos los visitantes tenían porqué ser invasores ni albergar ansias colonialistas, y de ese modo nacía otro subgénero, el de los extraterrestres menesterosos y apátridas, exiliados políticos o espaldas mojadas, que se dirigen a la Tierra en busca de un lugar para vivir una vez que su Planeta originario se encuentra al borde de la muerte ecológica (si no extinguido) o que sus adversarios interplanetarios se han apoderado del suyo, como es el caso de “Alien Nation”. Al socaire de lo dicho es fácil observar que los extraterrestres del cine no andan muy lejos de la Tierra, en vista a que han sido construídos en sintonía con los miedos y tensiones emanados del clima político y económico de cada época.

La estrechez de miras y la generalización son los clásicos mecanismos ideo¬lógicos que intervienen en la elevación a mito de lo inmediato; La extrapolación de las formas y magnitudes de lo conocido para iden¬tificar lo que no se conoce entra más en la esfera de las mitologías y de las religiones que en el ámbito de lo propia¬mente científico. El biólogo norteamericano Stephen Jay Gould, pese a que se pronuncia favorablemente a la posibilidad de vida extraterrestre inteligente, hace en relación a las novelas y películas de ficción la siguiente observación:

Los físicos, siguiendo el estereotipo de la ciencia como empresa previsible y determinista, a menudo han planteado que si los seres humanos surgieron sobre la Tierra, debemos inferir (dado que las causas llevan inevitablemente a los efectos) que en cualquier planeta que iniciara su historia con unas condiciones físicas y químicas similares a aquellas que se dieron en la Tierra primigenia deberían de surgir criaturas inteligentes de forma humanoide. Tal vez esta perspectiva determinista sea la responsable de la limitada imaginación de los cineastas y los escritores de ciencia-ficción, con su inacabable colección de criaturas diseñadas todas con un modelo humano, con dos ojos, nariz, dos brazos y dos piernas.

Ojos para ver, oídos para oír ... ni siquiera las estructuras vivientes de la Tierra reproducen al pié de la letra dichos modelos. Los murciélagos, sin ir más lejos, se valen de los oídos no para oír sino para ver. Al fin y al cabo, los órganos de los sentidos (físicos) son receptores de espectros de ondas. ¿porqué van a ser ciegos los murciélagos?. Su sofisticado sistema de ecolocalización les permite percibir el menor obstáculo, las formas aunque no los colores. El sonido que emiten mediante chasquidos desempeña el papel de una linterna acústica incorporada a su organismo. Los murciélagos realmente pueden “ver” aunque para ello no necesitan de los ojos, su cerebro ha de interpretar el choque de ondas sonoras como una sensación similar a la de ver. La moderna tecnología ha renunciado en gran parte a la óptica para visualizar objetos fuera del alcance de la vista: así la técnica ecotomográfica, cuyos fundamentos son idénticos a los de la ecolocalización de murciélagos y cetáceos, se usa para visionar órganos internos, también tenemos la resonancia magnética o el radiotelescopio, basados en la emisión de ondas magnéticas. Y si no todos los seres vivos de este planeta cuentan con los mismos sistemas de conexión con el entorno, ¿porqué esa similitud entre hipotéticos seres extraterrestres?.

 Pero cuando empiezan a colmar el colmo de los colmos es desde el mismo momento en que vemos en esas películas de extraterrestres cómo hablan perfectamente el inglés (aunque nosotros lo escuchamos doblado al castellano). En nuestro planeta es ya bien difícil seleccionar al azar, entre los seis mil millones de sus moradores, a una persona que hable tu mismo idioma. Pues no digamos lo que sería en el espacio exterior encontrar a un extraterrestre, no solo humanoide, sino que también hable a la perfección el idioma imperial terráqueo.

2 comentarios:

  1. DON PEPE:

    Dawkins, entrevistado por Ben Stein, reconoce la posibilidad de la existencia de un diseño inteligente, suponiendo posible así una forma de vida de un nivel incomprensible que pareciera implantada en la tierra desde otro lugar, lugar sin embargo “recalca” Dawkins, en el cual tuvo que haber surgido igualmente por medio de un “proceso evolutivo” o “medios darwinianos”.

    http://www.youtube.com/watch?v=9M_ZF8r5e7w

    En lo personal, entre creacionsimos o evolucionismos, me quedo con intervencionismos.

    Esto puede ser llevado tambien a la analogia de estados represores e invasores tipo U.S.A., quienes venden su paz y libertad con guerra.

    Tanto el estado burgues como la dictadura proletaria son intervencionismo, como lo planteo hace mucho el genial anarca Bakunin.

    UN GRAN SALUDO

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  2. Hola, Palobranco

    En el tema de doctrinas, creencias y teorías los "ismos" están a la orden del día. Ya ves, desde los debates en torno al "geocentrismo" y el "heliocentrismo" se escondían doctrinas e ideas partidarias de una posición, no relativa a nuestra posición en el cosmos sino en el mismo sistema solar, dado que en el siglo XV el Universo era algo más reducido a como lo concebimos ahora

    La importancia de la teoría de la evolución es que, por primera vez, descarta la intervención de agentes inteligentes y externos en la causación de la vida en la tierra. No creo que esto guarde relación alguna con los intervencionismos. Tampoco considero justo ni justificado oponer la evolución al llamado creacionismo, pues la primera está basada en la indagación científica y el segundo en un mito de origen religioso

    El anarquismo de Bakunin, como puedes comprobar, tambien acaba en "ismo" y no creo que haya nada que se encuentre exento, dado que cualquier idea tiende siempre a convertirse en un partido.

    Un cordial saludo

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