sábado, 24 de noviembre de 2012

Las secuelas de la evolución humana

Si hubiera que destacar una característica anatómica sobresaliente de nuestro diseño habría que hablar del bipedismo o bipedestación y de la posición erguida. En el linaje evolutivo se suele llamar homo erectus al primer homínido que llegó a la posición totalmente erguida. Nosotros, junto a los neandertales, tambien somos erectus, sin ningún género de dudas.

 En el proceso de hominización, la adquisición de la posición erguida supuso un avance en el sentido de que nos permitió liberar los miembros locomotores anteriores (brazos y manos) permitiéndonos recoger objetos y utilizar herramientas, pero para ello hubo que pagar un precio bastante elevado, un precio que aún hoy lo estamos pagando en la hipoteca más larga de la historia.

El hombre no está preparado para andar erguido, vistas sus consecuencias. Sufrimos de forma casi continua roturas de ligamentos, esguinces de rodilla, luxaciones, lesiones en el menisco, por no hablar de los problemas cervicales y de columna, que a partir de cierta edad se convierten en un auténtico calvario. Por otra parte, los costes del embarazo y el parto son mucho más elevados que los de cualquier cuadrúpedo: la pelvis ha de ser estrecha al encontrarse en el centro de gravedad del feto y este ha de ser expelido antes de su completo desarrollo siendo prácticamente un embrión.

En los cuadrúpedos es bastante más improbable una desviación de columna que en los bípedos como nosotros, puesto que el centro de gravedad de los primeros se reparte a lo largo de todo el cuerpo. En cambio, para los de nuestra especie es corriente tener problemas de columna (lumbares, dorsales y cervicales) dado que la columna actúa de soporte del cuerpo.

Son muchos factores los que han cambiado en nosotros al adoptar la
bipedestación, adaptaciones al medio que nos han favorecido en un sentido pero que también nos han generado más de un inconveniente, nuestra circulación se ve dificultada, eso es notable: buscad un cuadrúpedo con varices, es la dificultad del retorno venoso lo que hace que padezcamos este trastorno tan característico de nuestra especie; buscad un cuadrúpedo que sufra de insolación, no lo hallareis, solo nosotros somos incapaces de enfriar nuestro cerebro con suficiente velocidad cuando el sol incide de forma mantenida en nuestras cabezas.
Buscad un cuadrúpedo con escoliosis, ¿un gato, un perro?.

Cuesta menos mantener la postura en cuadrúpeda. En la lucha contra la gravedad se precisa menos energía para regar un cerebro cuando entre la 1ª y última vértebra podemos trazar una línea recta y resulta ser casi paralela al suelo. La verticalidad es muy costosa.

El habla y la capacidad para el lenguaje, esa facultad tan propiamente humana también ha tenido un precio, el de que podamos ahogarnos al tragar y el de que la bebida entre por el conducto respiratorio. Y es que sin el pronunciado descenso de la laringe, prácticamente unidos ambos conductos, no podríamos articular el lenguaje.

En nuestro caso particular las deficiencias de nuestra adaptación física la suplimos con la cultura, para algo somos un animal cultural o biocultural. De todos modos me parecería demasiado arriesgado entrar en el terreno de la futurología o de la ciencia ficción pues lo que va a pasar no lo sabemos o si los avances en ingeniería genética (ya no como evolución biológica sino cultural) logren paliarlas modificando nuestro genoma. ¡cualquiera sabe!

Si hacemos de la necesidad virtud, podemos asegurar que el despegue cultural fue clave no solo de su supervivencia sino de su ulterior supremacía. Un mal corredor (todos los expertos en locomoción subrayan las ventajas del desplazamiento cuadrúpedo sobre el bípedo a lo que yo añado que los cuatro miembros de los vertebrados son desventajosos si los comparamos con la pluralidad de miembros locomotores de los artrópodos. Los insectos pierden poco en sus facultades de desplazamiento si le falla una de las patas, no sucede lo mismo con un cuadrúpedo y menos, por supuesto, con un bípedo) un mal trepador (un animal bimano que ha perdido la prensibilidad de las extremidades posteriores) no podía tener mucho futuro. Y paradójicamente lo tuvo, las carencias se troquelaron finalmente en ventajas, su inespecialización biológica se convirtió en fuente de irradiación adaptativa, una irradiación adaptativa no le vino del bios ni de los genes. No precisaba de modificaciones morfológicas, anatómicas o fisiológicas, tampoco le supuso ningún problema las fuentes de nutrición: era omnívoro. Konrad Lorenz destaca la importancia de la no especialización biológica como factor clave de supervivencia de los llamados representantes “medios” del grupo taxonómico, y al respecto señala que

"Los animales exploradores siempre son morfológicamente representantes “medios” del grupo taxonómico del que provienen, como la rata entre los roedores, el cuervo entre los pájaros y, si no tenemos en cuenta el cerebro, el hombre entre los primates. La rata trepa peor que la ardilla, nada peor que el castor, corre peor que el jerbo y cava peor que el roedor subterráneo ciego Spalax, pero supera a todos estos especialistas en las tres funciones en las que no son especialistas. Resulta significativo que entre los animales superiores solo se hallan vuelto cosmopolitas los “especialistas en la no-especialización”.

También el hombre, llamado por Gehlen el “ser deficitario”, puede rivalizar en la versatilidad de sus funciones físicas con casi todos los mamíferos de dimensiones similares; cualquier hombre medianamente hábil es capaz de nadar un trecho bajo el agua y recoger al mismo tiempo un objeto del fondo, marchar veinticinco kilómetros por día y trepar por una cuerda. ¡Ningún otro mamífero es capaz de imitarlo!"

Ciertamente, el único primate totalmente bípedo es el hombre pues nuestros parientes antropoides más próximos, los gorilas y los chimpancés, se desplazan con la ayuda de los nudillos. Otros simios que se han adaptado al medio terrestre y han abandonado la vida arbórea, los babuinos, son cuadrúpedos. La visión binocular y estereoscópica, en efecto, fue una conquista del medio arbóreo y, de hecho, la compartimos con todos los primates. La binocularidad nos permite una percepción del espacio tridimensional aunque nuestro ángulo de visión es de 180 grados, la mitad del de los herbívoros de las llanuras que, a cambio, carecen de la percepción espacial.


Especies invasoras
Las manos son la más mortífera herramienta del medio animal y lo es precisamente por su versatilidad en un medio cultural, es decir, su capacidad para fabricar herramientas cada vez más sofisticadas. Existen otros primates que usan herramientas: los chimpancés saben cascar nueces, tallar ramas, hacer bastones, pero no lo hacen en un contexto cultural, siquiera transmiten sus conocimientos a las crías; lo que es la enseñanza y el aprendizaje, base de la transmisión cultural, no existe. Además, la herramienta la usan de forma ocasional, no habitual ni como medio básico de vida.

En el fondo lo que he buscado manifestar ha sido una sibilina crítica al creacionismo y a sus hijos, entre ellos, la doctrina del diseño inteligente, la idea de que el hombre es el Rey de la Naturaleza y que Dios lo hizo a imagen y semejanza suya, se trata tambien de una crítica a las doctrinas teleológicas basadas en la idea del progreso como móvil universal de la materia y la naturaleza.

Bajo la afirmación de que somos la especie dominante del planeta subyace un chovinismo bastante provinciano sobre nuestra condición. Una cosa es que seamos la especie más joven, según el reloj geológico y otra que seamos la especie dominante. Aunque te parezca absurdo y paradójico la especie dominante del planeta no pertenecería ni al reino animal ni al vegetal sino al de los aqueos, las bacterias. Decía Stephen J. Gould “Estamos en la Era de las Bacterias. Nuestro planeta ha estado siempre en la Era de las Bacterias. Las bacterias son- y siempre han sido- las formas dominantes en la Tierra. Nuestro fracaso en comprender este, el mas evidente de los hechos biológicos, surge en parte de la ceguera de nuestra arrogancia, pero tambien, en gran medida, como un efecto de escala.”

Las bacterias son el tipo de célula que mas tiempo ha vivido en la Tierra. Aparecieron hace mas de 3.500 miillones de años, su número es muy grande y ocupan una cantidad muy variada de ambientes, por lo que resulta dificil imaginar un cambio planetario que las haga desaparecer por completo. Es muy dificil calcular el número de bacterias que habitan el planeta, sin embargo, sabemos que un gramo de tierra fertil contiene miles de millones.

En un centimetro cuadrado de piel humana hay unas 100.000 bacterias. A lo largo de la vida de una persona, habitan en su intestino muchisimas mas bacterias que todos los seres humanos que alguna vez han existido.

Ademas existen bacterias que habitan ambientes donde seria imposible la supervivencia para los seres humanos. A partir de los años 60 del siglo pasado se han descubierto bacterias que pasan toda su vida dentro del hielo o por encima de los 100ºC, en ambientes altamente ácidos o alcalinos o salados y bajo la presión de los mas profundos fondos marinos.

Sí, la cuestión es que la tendencia a la complejidad no tiene por qué ser más ventajosa cara a obtener una mayor viabilidad o para asegurar la supervivencia de la especie o del individuo. La naturaleza baraja distintas estrategias de supervivencia, la estrategia R que suele ser la propia de los animales menos complejos (invertebrados, peces...) donde una puesta de muchos huevos y alevines garantiza la supervivencia de un número determinado de ellos  y la R, propia de los vertebrados superiores, aves y mamíferos, consistente en dispensar un continuo cuidado a las crías hasta su plena viabilidad. No podemos decidir, a priori, cual es más o menos ventajosa, aunque ambas lo son cada cual en su ámbito.

A las grandes extinciones no suelen sobrevivir especies muy grandes, como tú has dicho, y en estos casos la ventaja no viene dada por la complejidad sino por su menor dependencia de grandes fuentes de energía y calorías, los más pequeños cuentan con ventaja y también los menos especializados, favoreciendo siempre a las especies medias, que no tienen por qué ser las más complejas.

Lo que sucede con el paradigma del progreso es que lo tenemos incrustado en el pensamiento de occidente y si hubiera que encontrar un origen tendríamos que remontarnos a mucho antes de Darwin y Lamarq, al pensamiento de Aristóteles y a su cadena del Ser donde los seres existentes se colocaban en un orden ascendente de lo simple a lo más complejo, más "perfecto", en el lenguaje de la escolástica tomista, algo así como una ascensión con el hombre y, por supuesto, el creador, como cúspides.

Lo que sí se ha podido probar es que el bipedismo y la posición erguida no fueron consecuencia de un mayor desarrollo de la inteligencia y habilidades cognitivas de los primeros homínidos ni tampocode la destreza manual y habilidad en la fabricación de herramientas. Los australopitécidos, dada su capacidad craneal,  no tenían más inteligencia que los actuales gorilas. Sin embargo, el hecho de desplazarse a dos piés en las llanuras interboscosas de la franja del Rift africano si debió suponer una ventaja. Las manos como órganos prensiles entendidos más como auxiliares del medio terrestre que del arbóreo pudieron servir para el desplazamiento de crías o de alimentos.

Con lo que podemos dejar sentado que el bipedismo fue causa más que consecuencia del desarrollo de la inteligencia y habilidad manual, puesto que la inserción del cráneo en una nueva base permitió el crecimiento del cerebro. Aunque sobre las causas del crecimiento del cerebro algunos apuntan que no están relacionadas con la inteligencia sino con una forma de defensa de las insolaciones al ser este el órgano más expuestos a la acción del sol. Las lesiones cerebrales se compensarían, por decirlo así, con una masa encefálica lo sufiecientemente amplia como para poder compensarlas. Se ha comprobado que, dada la plasticidad del cerebro, tras un accidente que ha afectado a una determinada área, ha sido desplazada la función a otra. Según dicen algunos, como Fialkowsky, tambien los cetáceos se vieron obligados a dotarse de un gran cerebro como medio de compensación de las lesiones sufridas tras elevados períodos de inmersión y anoxia.


Pues sí, el cerebro es el órgano más complejo del que disponemos y, al mismo tiempo, la última adquisición de la evolución: en un período de unos escasos cientos de miles de años se duplicó en tamaño y, en el último millón se triplicó: de los poco más de 400 cm3 del homo hábilis sapiens ha llegado casi a los 1.400 cm3. A parte de eso es un órgano muy caro, un órgano que representando sólo el 2% de nuestro peso consume el 20% de la energía que suministramos al cuerpo. 

 Ni el más potente ordenador puede dirigir tantas rutinas a un mismo tiempo como ir andando por la calle, que implica un ejercicio de coordinación y equilibrio, observar los letreros de los escaparates, ver las imágenes, leer las ofertas, está procesando información visual y simbólica, mientras dialogas con tu acompañante (emites e intercambias información simbólica a un mismo tiempo) a la par que te estás tomando un helado y disfrutando de su sabor (ingieres un alimento, evitas que se derrita, etc) ... realmente se trata de una acción cotidiana que procesa millones y millones de bytes, de sinapsis, de impulsos y estímulos del sistema nervioso, algo francamente inimitable.

En nuestra naturaleza se encuentra tanto el raciocinio como la irracionalidad, la hybris y la lógica, que cohabitan, se turnan, se desplazan, se inhiben, etc, conviviendo de miles de formas distintas. Linneo, con excesivo chovinismo por su parte, catalogó a nuestra especie como "homo sapiens", lo cual solo describe una parte de nuestra realidad. Edgar Morin prefiere una doble definición, homo sapiens/ homo demens pues nuestra racionalidad y nuestra demencia caminan al unísono. Aunque, en realidad, tanto la agresividad como el amor y odio ya existían de antes en el mundo animal, con capacidad menos destructiva, por supuesto.

Y, desde luego, la locura y las enfermedades mentales, el enrocamiento del cerebro creando alucinaciones, falsas vivencias ligadas al fallo de los neurotransmisores como la OBD (Out Body Experience o sensación de salirse del cuerpo) y recuerdos y delirios de todo tipo es algo de lo que,  aunque no tengamos la exclusiva, es más propia del hombre y de su gran cerebro que de las restantes especies. Todo tiene su precio.






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