miércoles, 21 de mayo de 2014

A los apolíticos y a los indiferentes



Abstencionistas, apáticos, abúlicos, apolíticos, indiferentes, conformistas, zombies y, en general, a todos los idiotas, en el sentido literal de su raíz griega.

A vosotros se refirieron esos dos grandes luchadores por la libertad y la igualdad, esos dos grandes combatientes antifascistas llamados Bertolt Brecht y Antonio Gramsci. Tomad nota.

A los que se declaran apolíticos dedico este texto de Bertolt Brecht:

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"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el coste de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".


A los indiferentes van dedicadas estas palabras de Antonio Gramsci:

"Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.

La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?                                              

Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.

Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la consciencia de los de mi parte el  pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes"

4 comentarios:

  1. Si decimos que odiamos la política, es porque con política se odia hasta los que no participamos por no tener los conocimientos suficientes en ese campo como para meternos en camisa de 11 varas.
    A usted no le odio por no hacer Pan si no sabe hacerlo.
    Haga el favor de hacer bien su trabajo si tanto presume de saber hacerlo.

    Un abrazo,
    Una que odia la política por la manera en la que es representada tan a menudo y desde hace tanto tiempo.

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  2. Hola, ewa. El problema es que si odiamos la política y nos negamos a saber nada de política nos arriesgamos a que quede en manos de los políticos. La política no es un oficio reservado a los políticos profesionales, el algo que nos pertenece a todos

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. En esta vida hay mil cosas que ayudan a mejorar el mundo, por ejemplo ser buen matemático, unirse a una ONG, saber de primeros auxilios, practicar deporte a diario, ser vegetariano, adoptar una mascota abandonada, adoptar un niño, donar mucho dinero, aprender otra idioma.... yo sin embargo a usted no lo odio si me dice con humildad que sinceramente no hace alguna de las cosas de la anterior lista (o de las tantas que no puse y deberían estar).

    Convengamos primero que la abstención no es ningún crímen, es un derecho que algunos elegimos ejercer, nadie está obligado (ni legal ni moralmente) a votar, caso contrario no podríamos llamarle libertad. En segundo lugar me cuesta creer en los tremendos beneficios sociales del voto mayoritario. Yo en particular sin ser un experto tampoco me consideraría un apolítico (aunque si practico la abstención), conozco mas o menos la actualidad de lo que ocurre en materia política a nivel nacional y mundial. Pero dejeme decirle que la mayoría de mis amigos que no votaron son personas que en muchos casos ni saben quienes son los candidatos y mucho menos sus propuestas, y como ellos la mayoría de quienes no votan por actitud apolitica, ¿realmente piensa usted que el voto de estas personas ayudaría a escoger mejores políticos? permita me dudarlo. Por último decirle que no hay estadísticas que apoyen la tesis de "a mayor participación política mejor calidad de vida", muy por el contrario los paises con mas alta abstención suelen ser los de mejor situación económica y social (paises nórdicos, japón, australia, canada...).

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