domingo, 6 de septiembre de 2015

Contribución a la crítica del decálogo pedagógico de un presunto juez ejemplarizante

¿La causa de la delincuencia juvenil son los padres de clases medias que miman y malcrían a sus hijos? Esa parece ser la conclusión a la que pretende que lleguemos el señor Don Emilio Calatayud, Juez de Menores de Granada. No tiene nada de extraño que si se pinta la realidad con tópicos y a golpe de brochazos se llegue a este tipo de conclusiones.

Bueno, antes de entrar en materia os colgaré el citado decálogo del susodicho Juez pedagogo.

10 PASOS PARA FORMAR UN HIJO DELINCUENTE:
1. Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2. No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3. Cuando diga palabrotas, festéjeselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas
4. No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad
5. Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6. Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
7. Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
8. Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
10. Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo. 

Por lo pronto, dejemos de lado el concepto de delincuencia, concepto este inapropiado dado que no existe una sola delincuencia sino tantas como clases sociales, la de cuello blanco, ligada al poder político y económico, que no requiere la violencia de la navaja para ejercer la extorsión y que se basta de la que se deriva de los privilegios y prerrogativas ligadas al cargo público y privado
El autor del decálogo se refiere a un tipo específico de delincuencia, en particular, la delincuencia juvenil. Del detallado psicodrama familiar expuesto, observo que hay algo que se echa en falta y que no es otra que la perspectiva social. Para llegar a la parte es preciso partir del todo, del contexto. No cabe la menor duda de que la familia ocupa un lugar primario entre los agentes socializadores, pero eso no significa que sea el único y, ni mucho menos, el determinante. Bajo condiciones de normalidad el entorno familiar interactúa con el entorno educativo y el medio ambiente social (amigos, compañeros de juego, etc)  sin perder de vista los grandes aparatos de socialización y mediación surgidos de los grandes medios de comunicación de masas: televisión, cine, fútbol, internet, telefonía móvil, etc 
La delincuencia juvenil se presenta en nuestras actuales sociedades como un fenómeno urbano, mas bien suburbano, que crece sin control en zonas y ambientes marginales como consecuencia de un proceso de desestructuración social cuyo caldo de cultivo idóneo es la existencia de altísimos niveles de desempleo, la práctica inexistencia de servicios públicos y, en general, la carencia de recursos básicos. El problema no es que se haya recibido mas de la cuenta en entornos familiares confortables de familas progres y tolerantes de las clases medias con nociones educativas equivocadas sino mas bien todo lo contrario. Lo que ocurre en este caso es que las caricaturas venden muy bien y lo que bien pudiera servir para ilustrar cuatro casos puntuales no vale, en absoluto, para dibujar una totalidad en la que la carencia de medios y recursos prevalece con creces sobre su presencia. 
¿Qué es lo que sucede en la mayoría de los casos? Pues algo muy sencillo, que el papel de la familia como agente socializador es mínimo si no inexistente, siendo suplida por el gran agente educador de los medios marginales. la calle. En la calle se puede encontrar muy fácilmente la primera escuela, la pandilla y la pandilla suele ser el primer peldaño que permitirá el acceso a los estudios superiores: la cárcel, la mejor universidad de la delincuencia que se conoce. 
Así que podríamos empezar a modificar el decálogo del Juez Calatayud. para quien una adecuada formación espiritual y la enseñanza práctica del lema semiprusiano "todo esfuerzo tiene su recompensa" impartido en un adecuado entorno familiar serviría de solución al peligro del nacimiento de un futuro delincuente. 
La delincuencia juvenil no puede ser entendida un problema moral sino un problema social. Lo que ocurre es que cuando una sociedad se desestructura y falla, con ella fallan todos los resortes éticos y morales que preconiza, que en ese mismo momento se pierden de contenido o mas bien son sustituídos por otro tipo de valores y prioridades. No existe mayor contradicción que la de una sociedad cuya meta ideológica y publicitaria es la del consumo y la carencia de medios para consumir, presentándose la transgresión de la legalidad como único mecanismo idóneo para solventar la contradicción.
El delincuente se hace, no nace, y sin necesidad de aceptar ese determinismo tan dogmático, cuenta con mas cartas para hacerse delincuente el que ha nacido en cualquiera de esas bolsas de marginación social constituída por suburbios urbanos, chabolarios y zonas a las que no llegan los resortes reproductivos del Estado (educación, sanidad, servicios en general), donde el tráfico y consumo de drogas corre con gran facilidad, y esos sistemas de funcionamiento y organización social no nacen en familias sino en otros grupos de integración social, llámeseles, bandas, clanes o mafias. 

Lo que sucede con el ideario de Calatayud es que cuenta con un público muy receptivo, de ideología mayoritariamente conservadora, dispuesta a adoptar cualquier ideario que tenga por objeto la ridiculización y caricaturización del progre. Sus comentarios no se hacen esperar. ¿No te lo decía yo? ¡Eso es decir cuatro verdades bien dichas! ¡Es que estos progres no aprenden! ¡Por eso tienen tan poca vergüenza los niños de hoy, porque no dan clases de religión que es la base de la ética! 

Y en esto digo yo, ¿Dónde está el fomento del espíritu crítico o el enseñar a dudar de todo lo que se aprende antes de memorizarlo como decía Ortega y Gasset? ¿El no dar por sentadas las verdades absolutas y definitivas? ¿Dónde está el enseñar a plantear y a resolver problemas? Parece que esas cosas no forman parte de los idearios que tanto gustan a los conservadores.

  

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