miércoles, 21 de mayo de 2014

A los apolíticos y a los indiferentes



Abstencionistas, apáticos, abúlicos, apolíticos, indiferentes, conformistas, zombies y, en general, a todos los idiotas, en el sentido literal de su raíz griega.

A vosotros se refirieron esos dos grandes luchadores por la libertad y la igualdad, esos dos grandes combatientes antifascistas llamados Bertolt Brecht y Antonio Gramsci. Tomad nota.

A los que se declaran apolíticos dedico este texto de Bertolt Brecht:

Añadir leyenda
"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el coste de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".


A los indiferentes van dedicadas estas palabras de Antonio Gramsci:

"Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.

La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?                                              

Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.

Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la consciencia de los de mi parte el  pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes"

domingo, 18 de mayo de 2014

La homosexualidad y el concepto de normaldad y anormalidad aplicado a lo humano

Los juicios que generalmente emiten los homófobos acerca de la homosexualidad y los homosexuales se suelen basar en parámetros morales y pseudocientíficos. Generalmente hacen uso de categorías como aberración, anormalidad, perversión, etc. Incluso acudiendo si es preciso a manuales de psiquiatría para diagnosticar la homosexualidad como una enfermedad.


Realmente, ¿qué es la normalidad y la anormalidad? Se entiende que ser normal significa atenerse a la norma, que bien puede ser una norma jurídica o moral o una media aritmética. Entiendo profundamente aberrante aplicar tales raseros de medida y comportamiento a una especie tan compleja como la nuestra que, a lo largo de la historia ha ido supliendo sus limitaciones bio y fisiológicas mediante la técnica y la ciencia. Ante una apendicitis, lo normal es que derive en peritonitis y mueras de una perforación de intestino. Lo anormal y aberrante será que una intervención quirúrgica elimine el fatal desenlace. Aberrantes y anormales son los antibióticos que ayudan al sistema inmunológico a combatir las infecciones, como el frigorífico, que impide la descomposición de los alimentos.


Para llegar a ser humanos  hemos debido hacer muchas cosas "contra natura", porque el despegue cultural de nuestra especie ha sido un contínuo proceso de lucha contra unas leyes naturales que nos impedían luchar contra las inclemencias del clima ¿existe algo mas antinatural que un abrigo o el encendido de una fogata para protegernos del frío?


Desde un punto de vista moral se considera aberrante o desviado cualquier tipo de comportamiento sexual no reproductivo. La masturbación, según tales parámetros, sería una aberración y una monstruosidad, aberración y monstruosidad muy propia de la infancia y la adolescencia. Prácticamente toda la humanidad habría sucumbido, en sus primeros años y no tan primeros, en esa práctica antinatural y contraria a los designios del Sumo Hacedor. Los humanos tampoco tienen los mismos condicionantes de los restantes animales para practicar el sexo, no están ligados a los ciclos de fertilidad de la hembra, lo practican de forma continua durante todo el año, se han liberado, por tanto, de las ataduras biológicas.



Seguramente cuantos consideran que pertenecen al arquetipo de la normalidad, como machos machos en todos los sentidos que se permiten el lujo de llamar desviados aberrantes a cuantos se salgan de sus parámetros de rectitud. Se supone que nunca se habrán preguntado, por supuesto, por qué tienen pezones erectables y equipados con nervios y vasos sanguíneos. Parece ser que los sexos y sus caracteres diferenciales no están definidos al cien por cien, que los hombres tienen algo de mujeres y las mujeres, algo de hombres (el clítoris es el órgano equivalente a un pene) . Pues sí,   la embriología nos explica que somos hermafroditas secuenciales y que durante los primeros 60 días posteriores a la concepción todos somos ... hembras, también nos explica la psicología que con anterioridad a la pubertad somos seres de sexo indefinido y que los homófobos hipermachistas han elevado a dogma absoluto el género, no a realidad biológica sino a construcción social.


La homosexualidad se ha practicado bajo todo tipo de sociedades humanas y no siempre se ha asociado al afeminamiento. Los antiguos guerreros griegos yacían con jóvenes efebos pocas horas de entrar en batalla (vease, Marvin Harris), entre los Azande, pueblo del sur de Sudán, los jóvenes guerreros desposaban con otros jóvenes hasta encontrar la dote con la que poder desposar a una mujer, los Sambias de Nueva Guinea se inician sexualmente haciendo felaciones a los mayores en la creencia de que les suministrará el semen necesario para casarse con una mujer, y así se podría poner un sinfín de ejmplos mas demostrativos de que la homosexualidad solo ha sido considerada estigma en las sociedades mas represoras y fervientemente monoteístas.


La homosexualidad, la bisexualidad y la heterosexualidad no nos hace mejores ni peores sino distintos y ninguna tara de orden psíquico impide a los primeros desempeñar idénticas tareas y funciones que los segundos. No hay patología que valga.


No hay norma que predetermine al ser humano. Unos son diestros, otros son zurdos, unos omnívoros, otros carnívoros y otros, vegetarianos, unos se hacen la vasectomía, otras, la ligadura de trompas, ¿anormales? depende por donde se mire, quizá de lo que se trate sea que han llegado a tal grado de humanidad que los conceptos funcionales tradicionales no les sirvan dado que el objetivo mas importante quizá sea disfrutar al máximo de la vida eliminando cuantas trabas lo impidan.

viernes, 25 de octubre de 2013

A propósito de un comentario: Acerca de los BRIC




Sólo comentaré la respuesta dada en el minuto 1:04:48 de su intervención, cuando aborda la respuesta acerca del papel de los BRIC (nuevas potencias emergentes, iniciales que señalan a Brasil, Rusia, India y China) en el sistema mundial.

Quien establece las normas y condiciones del campo de batalla es siempre el adversario. El deber de la izquierda debe consistir en comprender tanto esas condiciones como sus sistemas de contradicciones al objeto de insertar su estrategia y táctica política.

La postura de Anguita peca de de un exceso de simplificación y dogmatismo. No cabe la menor duda de que los BRIC son básicamente potencias económicas capitalistas y explotadoras y que no son motivaciones altruístas las que guían su intervención en el escenario internacional. Igual que los Estados Unidos buscan zonas de influencia estratégica, redes de abastecimiento de materias primas y nuevos mercados.

La configuración del mundo ha sufrido cambios sustanciales a lo largo de los últimos 30 años: de la bipolaridad de la Guerra Fría se pasó a la unipolaridad relativa de los Estados Unidos de la década de los noventa, convertido, junto a la OTAN, en el principal promotor de intervenciones militares en el Tercer Mundo (Invasión de Panamá, Guerra del Golfo y Guerra de Kosovo). 

En la actualidad, nos encontramos ante un mundo multipolar en el que los BRIC tienen una influencia destacada en el escenario internacional y donde la sola voluntad de Norteamérica de ordenar una intervención militar no es suficiente. Todos hemos presenciado cómo ha sido abortada la inminente acción militar contra Siria.

El genio político de Lenin, su pragmatismo y don de la oportunidad (no lo confundamos con oportunismo) le hizo comprender que por encima de los escrúpulos morales y los maniqueísmos doctrinales se encontraba la posibilidad de obtener provecho político de las circunstancias. No le preocupó lo mas mínimo ser tachado de traidor cuando los alemanes le ofrecieron la posibilidad de regresar a Rusia en un tren que atravesaría, desde Ginebra, las líneas enemigas para llegar a Petrogrado. 

Desconozco si conoció las enseñanzas del florentino del siglo XV padre de la política, aunque qué duda cabe, las supo poner en práctica. También el primer Mao, el gran estratega, sabía que era necesario firmar una tregua con su adversario secular, los nacionalistas chinos del Kuomintang, para centrar los esfuerzos en la lucha contra la invasión japonesa.

No es cierto, por tanto, que de los BRIC no pueda esperarse nada. De hecho, su existencia es y ha sido un factor decisivo en la emergencia de los países del ALBA y la CELAC, brindando la posibilidad de recibir transferencias de tecnología así como la firma de acuerdos comerciales y de cooperación militar fuera del régimen de monopolio detentado hasta entonces por los Estados Unidos de Norteamérica.

domingo, 25 de agosto de 2013

¿Divulgar o vulgarizar?


No es mi intención poner en tela de juicio la labor de quienes se dedican a la divulgación científica, tarea altamente encomiable, por otra parte. Sin embargo, la divulgación, como todo, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Si se pierde la perspectiva es posible caer en la caricatura y la caricatura, como todos sabemos, mas que como reflejo de la realidad funciona como deformación, una deformación alusiva, referencial, pero deformación a fin de cuentas.




Ejemplos los tenemos a porrillo, quizá el mas significativo sea la reducción del darwinismo a la tesis "el hombre desciende del mono" que, al margen de vulgar es rotundamente falsa y, por tanto, deformadora de la teoría. Ahí se encuentra, a mi juicio, uno de los mayores riesgos de toda vulgarización, la inversión del contenido.

La teoría de la selección natural ha sido víctima de una palabra, la palabra evolución que, por cierto, no fue acuñada por Darwin sino por Herbert Spencer en ese contexto de culto teleológico al progreso y de las leyes de la competencia tan característico del siglo XIX. Los seres mas evolucionados serían, por definición, los mas progresistas y avanzados


El término que utilizó Darwin fue el de transformación o transmutación por selección natural, obviando toda connotación relacionada con el culto al progreso tan característico de la época. Así que por culpa de Spencer y sus vulgarizadores hoy aún se habla de especies más evolucionadas o menos evolucionadas, cuando lo correcto, en un sentido darwinista, hubiera sido referirse a especies mejor o peor adaptadas.

Si os digo la verdad, estoy hasta las narices de estas dichosas líneas y linajes de la evolución humana, de estos linajes rectilíneos representados así, en este gráfico de la derecha


Una vulgarización siempre es pedagógica, pero cuando se detiene ahí se convierte en tergiversación que induce a error, en un cuadro finalista que tiene que conducir por fuerza al homo sapiens, como si la evolución tuviese un propósito oculto, como si todo obedeciese a una teleología informada por cierto principio antrópico.


Para empezar, la línea es falsa. En evolución no existen las líneas sino complicados arbustos e incluso contraarbustos. Cada escalón, representado por una especie teóricamente antecesora, solo es una hipótesis, un arbusto escondido, nada que indique una secuencia, siquiera aproximada. El citado linaje de descendencia masculina también lleva implícito un claro sesgo sexista. Un gráfico de la evolución humana y sus decisivas transformaciones anatómicas habría que centrarlo en el linaje femenino. Precisamente es en la secuencia del  ADN mitocondrial de las hembras donde se puede descubrir una línea genética mucho más exacta del proceso evolutivo, al margen de cambios anatómicos tan ligados a la bipedestación y posición erguida como el estrechamiento del canal del parto y de la pelvis que implicarán un nacimiento prematuro de los hijos y, consiguientemente, una mayor implicación en su crianza y cuidados.


Pero ahí no está todo. Si a la ignorancia se le suma la tergiversación manipuladora e interesada nos podemos encontrar con ámbitos de la física subatómica que se han convertido en todo un filón para dar luz verde a todo tipo de supersticiones, desde el misticismo a las bilocaciones, hasta el espiritismo y lo paranormal. Obviamente, estos magucuánticos se declaran expertos conocedores en una materia que ni los mas expertos, como Feynman, admitían que fuese comprensible para nadie. O bien, cuando nos encontramos con presuntos programas de divulgación científica como Redes de Punset que al final ha abierto las puertas al mundo de lo paranormal

El problema radica en que muchos conocimientos son revolucionarios en el sentido que apuntaba Thomas Kuhn y que la instalación del nuevo paradigma requiere romper barreras y derribar barricadas, que no son otras que las de la concepción del mundo establecida y las del llamado sentido común. El riesgo radica que que el sentido común asimile el nuevo pensamiento desvirtuándolo y asimilándolo a su lógica y estructura, es decir, vaciándolo de contenido y eliminando al mismo tiempo todo cuanto tenía de novedoso.



La divulgación es necesaria, qué duda cabe, pero no a cualquier precio y menos aún cuando el precio implica caer de nuevo en las redes que tiende el siempre omnipresente pensamiento mágico y el mundo de la conspiranoia, cuyos memes se reproducen a una velocidad de vértigo en una sociedad como esta en la que dominan los medios de comunicación de masas en los que el espíritu crítico se entiende como un obstáculo a su propagación.
La Evolución se representa la mayoría de las veces como una línea recta cuando en realidad tiene mas similitudes con un racimo o con un árbol, muchas de cuyas ramas quedan segadas. El mayor inconveniente de esta concepción es que se confunden con ancestros o antecesores muchos especímenes que no han llegado a tener descendencia y han quedado extinguidos en el camino

El pensamiento mítico siempre contará con ventaja; es circular y autorrecursivo, rellena todos los huecos, solventa todas las dudas, es fácil de entender, comprender y asimilar y está permanentemente al acecho, como cualquier otro virus y el caldo de cultivo idóneo en el que se reproduce no es otro que la mala ciencia con su correspondiente universo de ideas simples y principios mal digeridos y cogidos por los pelos.




sábado, 3 de agosto de 2013

¿Existen las guerras de religión?

Como en el artículo anterior, una viñeta viral creada para las redes sociales es lo que me ha servido de
fuente de inspiración y reflexión para escribir un nuevo artículo del blog. Cuando una simplificación excesiva de las cosas se pone en circulación, se acaba creando un meme viral que con la fuerza de la repetición acaba instalándose y ocupando su lugar en el pensamiento y en el mundo de las creencias como sólidas verdades. Las intervenciones críticas cuentan con esa desventaja de partida: su necesaria complejidad no les permite interactuar en el mundo de los memes virales. Las burkas con kalashnikov, en cambio, si cuentan con esos ingredientes y aunque no quede definido el adversario, la identificación del mismo sujeto es mas que suficiente para colgar la leyenda adecuada.

La palabra "guerra" ha sido usada por el lenguaje muchas veces como figura retórica en un sentido figurado. Es corriente oír hablar de guerra de precios, aunque todos sabemos que ese tipo de guerras no se desenvuelven en el plano militar y tienen lugar en el mundo de la competencia y del mercado. Lo cual no implica, ni mucho menos, que el mercado y su control no sea objeto de guerras, pues ya sabemos que las llamadas guerras del opio promovidas por el Imperio Británico contra China no tuvieron mas objeto que el de imponer el mercado de este tipo de estupefacciente en China.

Tambien se ha hablado de la guerra del fútbol y no porque el fútbol, que en sí mismo es la escenificación de una guerra en el plano deportivo y bajo las normas del deporte, esté relacionado con la conflagración armada. La llamada Guerra del Fútbol, que durante escasos días enfrentó a Honduras y El Salvador a finales de los sesenta, fue el nombre dado al conflicto por cierta prensa, que sí que fue una guerra convencional a la que se llegó tras un periodo previo de tensión acumulada y en la que un encuentro futbolístico intervino como detonante.

El que toda guerra se presente como una violenta conflagración armada entre distintas comunidades, civilizaciones o culturas no tiene por qué implicar siempre la existencia de un móvil religioso. Ciertamente, en las guerras coloniales de conquista, alentadas por la extracción y apropiación de recursos, el hecho de que revistan móviles religiosos, como elementos de ambas culturas en conflicto, no las convierte tampoco en guerras religiosas. En la Edad Moderna el papel desempeñado por las religiones lo van a desempeñar los nacionalismos en tanto que religiones seculares o laificadas.. Mas aún, el concepto de guerra religiosa o guerra de religión no es un concepto científicamente acertado.

Haciendo abstracción de la base socioeconómica subyacente a todo conflicto, cabe reconocer la existencia de un sustento ideológico identitario cultural. En la antigüedad el sustento base fue eminentemente religioso, aunque, dependiendo del contexto histórico y social varió su identidad. El expansionismo romano precristiano hizo hincapié mas en la subordinación política y económica de las provincias conquistadas que en su control religioso. De hecho, toleró cierta autonomía religiosa local a las autoridades religiosas judías en la provincia de Siria, mientras en otros casos, las deidades de otras áreas de oriente como Frigia, Egipto, Tracia, etc fueron absorbidas e incorporadas al Panteón Romano.

Los monoteísmos emergentes en los siglos IV y VII, cristianismo e Islán, en cuanto confesiones estatalizadas, incorporaron activamente la confesión como identidad absorbente en los planos ideológico, político y social, mostrando una intransigencia radical tanto cara a sí mismas como guardianes de la ortodoxia frente a la herejía, como frente al otro, es decir, paganismo y monoteísmos restantes.

Aún así, las “guerras religiosas” que se van librando en la Europa a partir de la Baja Edad Media son esencialmente guerras de clase. El milenarismo apocalíptico (de los montanistas, dolcianistas y, ya fuera del contexto católico, de los anabaptistas frente al luteranismo) interviene como la cobertura ideológica-religiosa de las sublevaciones campesinas de los desheredados frente al poder político y económico constituido, sea del papado y reinos afines o de luteranos y puritanos calvinistas. La Inquisición, creada como consecuencia de la cruzada contra los cátaros, nació como un mecanismo de represión y centralización religiosa y política.

En suma, las guerras religiosas son algo mas que la lucha para demostrar quien tiene su mejor amigo imaginario. Comprender el funcionamiento de las religiones no consiste en caricaturizarlas sino en saber comprender e interpretar el papel histórico que desempeñan.

sábado, 13 de julio de 2013

Religión y Mercado o Bikinis contra Niqabs. A propósito de una viñeta

Una viñeta que incita a la reflexión y, al mismo tiempo, a la simplificación. Tenemos cierta predisposición a emitir juicios rápidos con muy pocos elementos sobre los que pronunciarnos. El caso es que una exposición simple induce siempre a respuestas simples y a debate simple. Un debate que inevitablemente quedará polarizado en los términos en los que ha sido planteado dejando de lado temas que pudieran ser decisivos a la hora de pronunciarse con algo mas de propiedad.

Nos muestran dos mujeres, una arábiga (prefiero omitir por el momento el calificativo de islámica) y otra occidenta emitiendo el mismo juicio invertido. Los polos serían obviamente el islamismo vs capitalismo consumista (falso concepto donde los haya, pues tras la superestructura de lo efímero, modas y obsolescencia programada lo que existe es una desenfrenada tendencia al productivismo y a la acumulación de capital ilimitada, por encima de las necesidades reales y efectivas, lo que la economía burguesa camufla como demanda agregada o marginal) junto a todos sus ingredientes "ad hoc" mujer invisibilizada por imposición religiosa contra mujer visibilizada como reclamo publicitario sexual. Por supuesto que la descontextualización es evidente: la mujer occidental pasea con un atuendo de playa, que no es el habitual, como para oponerlo al niqab de la mujer saudí.

Tribu Tuareg
Pero, ¿acaso no existen cuestiones intermedias? Desactivemos por un momento los prejuicios y estereotipos. El niqab, antes que un atuendo impuesto por prescripciones religiosas,  es un atuendo tradicional. Pero hay algo más, se trata de la ropa del desierto, la necesaria para evitar la deshidratación y absorber el calor corporal. Cubrir los orificios respiratorios, boca y nariz, tiene una originaria razón de ser: evitar tragar o respirar arena. Fijémonos en la vestimenta de los nómadas tuaregs del desierto del Sáhara, están tapados hasta los ojos. Motivos mas de orden funcional que de control y dominio sexual son los que parece ser que determinan la adopción de un atuendo determinado.

Mujeres amazónicas
Parece ser que esa Eva transgresora y desencadenante de la furia y el castigo divino que hizo nacer el sentido y la conciencia de la vergüenza de la propia desnudéz del cuerpo no ha llegado o no llegó a distintas áreas del trópico  africano y amazónico ni a la Polinesia. Aunque a bastantes zonas sí que llegó, transportada por los misioneros. Tampoco existe en los primeros años de la infancia, cuando los niños se exhiben desnudos en lugares públicos - zonas de baño y playa - con total naturalidad, pese a que ya bastante antes de la pubertad, las instancias socializadoras se encargan de inculcar ese sentido de la vergüenza, el pudor y, por supuesto, el pecado. Han sido precisamente los tres grandes monoteísmos, los transmisores de esa normativa ligada a la virtud y a la pureza que hasta impide acercarse a una mujer con la regla so riesgo de contaminación.

No podemos negar que la religión islámica interviene y, de hecho, ha intervenido en Oriente Medio y Norte de Africa, a partir del siglo VII, como instancia aglutinadora e identitarizadora de las tribus nómadas del desierto, plasmando en códigos escritos, enseñanzas sapienciales y códigos sagrados de prohibiciones y prescripciones, un amplio abanico de normas consuetudinarias. 

Pero cuando una costumbre adoptada por cierto tipo de selección ecológica en un sentido adaptativo y funcional de tipo lamarquiano se incorpora a un código sagrado que hace descansar sus causas exclusivamente en la divina voluntad, bajo pena de castigo implacable a su transgresión, acaba descontextualizándose y, por tanto, traspasando el ámbito ecológico originario que la hizo nacer. Sacralizar el hábito implicar intemporalizarlo y validarlo a todos los espacios, tiempos y contextos. El niqab, dotado de sentido en estepas y desiertos, lo pierde por completo desde el mismo momento en que la obligación de llevarlo llega a las playas, por poner un ejemplo, tal y como aparece en la imagen de la derecha



Los mecanismos de sumisión de la mujer varían de unas épocas a otras, es lo que expresa la imagen. A la izquierda podemos ver un grupo de tres mujeres musulmanas totalmente escondidas bajo el nicab. A la derecha, un desfile de modas patrocinadas por una marca y un diseñador alemán conocido por promover la anorexia, el muy hijo de su madre.

Las causas de uno y otro fenómeno son distintas, como también lo son el tipo de sociedades que promueven unos patrones encaminados a cosificar y en cierto modo a sojuzgar de una forma u otra a la mujer.

La imagen de la izquierda es el resultado de una estructura social patriarcal y guerrera que solo ve en las mujeres meros órganos reproductores sometidos vasalláticamente, apropiados e invisibilizados. Ya he entrado en las causas de la vestimenta de los desiertos donde comprobamos que al entrar la religión por medio, sucede como con el vídeo de los monos que tras ser sucesivamente apaleados por pretender coger el plátano al final dejan de intentarlo.

El caso de la imagen de la derecha se produce en sociedades capitalistas industrializadas que para reproducir el ciclo de circulación y realización de mercancías genera patrones, reclamos e ideologías triviales y efímeras. En eso consiste precisamente el mundo de la moda, no en producir valores de uso para el consumo, en producir objetos para el sujeto sino, a la inversa, en producir sujetos para el objeto, en someter a las mujeres a los dictados del consumo y, si cabe, en transformarlas en Barbies anoréxicas.

No es una cuestión de niqabs vs biquinis lo que se ventila en este artículo, aunque formalmente lo parezca. Por mi parte me parece perfecto que cada cual use la indumentaria que le parezca, ¡hasta ahí podíamos llegar! Es un tema irrelevante, mucho mas allá de la prenda de vestir. Ni el problema de la mujer islámica se reduce al niqab o al niyab ni el de la mujer occidental al biquini, al triquini o al top less (habitual, por otra parte, en melanesia, polinesia, África ecuatorial, etc, tal y como reflejo en el artículo).

Se trata de simples símbolos externos, meras puntas del iceberg y si un análisis se redujera a eso exclusivamente quedaría sesgado, se quedaría en la superficie perdiendo el fondo que es, a efectos del tema que tocamos, lo que realmente importa. No se trata de una cuestión moral, pues la moral es siempre relativa y subjetiva, aunque hemos de destacar que los puritarismos aparecen y reaparecen en la historia con fines represores siendo el principal el control y apropiación de la sexualidad y sus formas de expresión.

Se trata de una mas de las muchas implicaciones del fetichismo de la mercancía, algo de lo que dio cumplida cuenta Carlos Marx en el Libro Primero de El Capital donde describe un mundo en el que los objetos cobran vida propia y someten a las personas. En el texto de Baudrillard "la génesis ideológica de las necesidades" se describe el peculiar lenguaje del mundo del consumo, y cuando hablamos del consumo nos estamos refiriendo básicamente a las dos relaciones sociales cósicas que subyugan al hombre moderno: la Mercancía y el Capital.

Sobra decir que el funcionamiento y lenguaje de la mercancía está totalmente deshumanizado y el mundo de las cosas solo encuentra en los humanos cosas. Somos cosas básicamente: como productores de mercancías, fuerza de trabajo que se vende en el mercado y como receptores de mercancías, adquirentes de cosas que muchas veces no necesitamos pero que nos las imponen las propias cosas (existen unos trabajos bastante interesantes sobre el concepto de necesidad de la Agnes Heller, discípula de Lukács) y en aras de este mundo de cosas para las cosas y por las cosas, la mujer entra de lleno en esta vorágine cosificándose, deshumanizándose, abstrayéndose como ser irreal o, peor aún, como tipo ideal, generándose patrones de la femineidad y de lo mujer plenamente alejados de la mujer concreta y real.

La femineidad no envejece nunca, tiene la piel tersa y suave, sus proporciones físicas se encuentran al borde de la anorexia (en el artículo puedes ver la foto de un diseñador alemán hijodeputa desfilando al frente de un coro de modelos anoréxicas), huele a aromas seductores, etc, etc,. A esa cosificación prefiero llamarla esclavitud, subsunción y sujección al estereotipo establecido. Es la imposición invisible, tan dura y cruel como esa mano invisible de la que Adam Smith cantara las mil maravillas, porque en realidad es una mano de hierro cruel e implacable.



Religión y mercado por distintas vías acaban coincidiendo en inhumanidad y misoginia.


lunes, 27 de mayo de 2013

La humanización de los animales inteligentes

Me llamó mucho la atención una noticia que tenía el siguiente titular: India prohíbe los espectáculos de delfines y los declara personas no humanas justificando la medida en que Los cetáceos son, en líneas generales muy inteligentes y sensibles. Científicos que han investigado el comportamiento de los delfines han sugerido que la inusualmente alta inteligencia, en comparación con otros animales, significa que los delfines se debe considerar como personas no humanas; y como tales deben de tener sus derechos específicos. Es moralmente inaceptable mantenerlos en cautiverio para fines de entretenimiento

Antes que nada, aclarar que no es mi intención posicionarme ni a favor o en contra de la medida adoptada por el gobierno indio. Aquí tenemos el vicio de tomar partido sobre cualquier tema antes de proceder al examen y análisis crítico de la noticia dejándonos llevar por nuestros instintos, prejuicios y sentimientos de forma previa y acrítica.

Me resulta llamativa la figura de persona no humana referida a animales. En el mundo del derecho no es novedosa ni extraña la figura de persona no humana. Cualquier estudiante de primero sabe distinguir entre personas físicas y personas jurídicas, e incluso de personas jurídicas no integradas por personas físicas, como las fundaciones, masas patrimoniales adscritas a un fin. Pero nos estamos anticipando.

El concepto persona tiene su propia historia y no procede del mundo del derecho sino del teatro grecorromano. Los griegos entendieron el teatro, mas que como una simulación literaria, como la escenificación de una lucha contra el destino. Máscara significaba persona, de per sonae, lo que permitía atravesar el sonido, literalmente. Algo bastante curioso puesto que se trataba precisamente del artefacto que permitía al actor ocultar su personalidad creando al mismo tiempo la del personaje. La personalidad teatral será, por tanto, la proyectada a través de la máscara.

En el mundo romano la persona salta del teatro al derecho revistiendo unas connotaciones formalistas que guardan cierta similitud con el mundo teatral. Conceptos como actor, sujeto o acción delimitan una esfera de intervención del ciudadano, que no individuo en los ámbitos de lo público y de lo privado. No todos son sujetos ni personas. Los esclavos, en tanto que cosas, no pueden serlo. La identidad humano=persona excluye a un inmenso grupo de los primeros y la personación en un caso implica delegación y otorgamiento de poderes a terceros, es transferible.


Mucho antes de que irrumpiera la psicología moderna otorgando el sentido mas usual de lo que hoy entendemos por personalidad, la premedicina hipocrática y galénica ya había esbozado, dentro de su teoría de los cuatro elementos, la de los cuatro humores o temperamentos; colérico, melancólico, sanguíneo y flemático, entendiendo que la prevalencia de unos líquidos sobre otros determinaban el carácter del individuo. A través de este proceso se culmina una noción de personalidad ligada a la identidad psíquica del indivíduo, precisamente todo lo opuesto a la máscara tras la que se oculta, sea en sentido teatral, social, económico, jurídico o político. La máscara creadora de personas acabó transformándose en la máscara negadora de la personalidad.


La declaración del Gobierno Indio parece muy acorde con ciertas tendencias occidentales ligadas al llamado especismo, mas concretamente, con movimientos que tienen una fuerte carga antropocéntrica y humanizadora como el Proyecto gran simio que igualmente busca el reconocimiento como personas de orangutanes, gorilas, bonobos y chimpancés. Sin embargo, no olvidemos que se trata de Oriente y de una cultura en cuya concepción del hombre y la naturaleza no existe la brecha cartesiana y en la que la cadena del ser aristotélica se considera extraña tratándose de un universo en el que todos están unidos como elementos de un todo.

Por otro lado, como complemento paradójico a lo dicho en el párrafo anterior, los mas críticos han destacado el sistema de castas de la India que, aunque legalmente abolido, sigue de facto vigente en amplias zonas del país, lo que vendría a implicar que bajo tan estricto sistema de estratificación social no resulta demasiado coherente aludir a la personalidad en sentido humano propiamente dicho.

En cualquier caso, el especismo (antiespecismo es el término correcto) no deja de ser un brindis al Sol. Cuando me hablan de los derechos de los animales inmediatamente me siento obligado a corregir: "la protección que dispensamos a ciertos animales, querrás decir". La personalidad es un atributo tan humano como el lenguaje articulado, la esfera de derechos atribuidos a la persona son posibilidades efectivas de activarlos y tanto los delfínidos como los simios antropoides nunca dejarán de ser meros sujetos pasivos sujetos a tutela bajo la perspectiva de nuestro mundo antropomórfico. Son inteligentes, es cierto, son sensibles y viven inmersos en una colectividad en la que estrechan fuertes vínculos sociales y lazos afectivos, pero ni son humanos ni humanizables. Nos sentimos reflejados en ellos, de ahí nuestra empatía, pero ellos no son nosotros. Desde un punto de vista puramente egoísta sería mucho mas urgente la defensa de las abejas como agentes polinizadores necesarios para la agricultura y, por ende, nuestra propia supervivencia, pero su protección no tiene por qué implicar su personalización jurídica


Recuerdo que, en una visita al delfinario de la Casa de Campo con mi familia, lo que más me llamó la atención no fue el espectáculo de los delfines, con toda su parafernalia de domadores, de saltos y piruetas inducidos por métodos conductistas  (los domadores tenían muy a mano los oportunos arenques para premiar sus malabarismos), nada de eso me impresionó lo más mínimo. Sin embargo, lo que si me llamó la atención fue algo que presencié bastante antes de que comenzara el espectáculo, sin domadores ni adiestradores delante, vi y tomé con la videocámara, como, espontáneamente, un joven delfín arrojaba al aire una piedrecita, la recogía con la boca y nuevamente la lanzaba hacia arriba, exactamente igual que un niño con una pelota. Movido por el mero placer de su ejercicio, reforzaba el perfeccionamiento de sus pautas motoras.  

Los delfinarios, en eso concuerdo plenamente, como los circos que usan animales, son espacios lamentables en los que se muestran animales adiestrados y maltratados como objeto de diversión: leones que no son leones, delfines que no son delfines, orcas que no son orcas. Deberían prohibirse, aunque dejando aparte disquisiciones sobre su personalidad, que sí que la tienen, y por eso lo hacen de forma voluntaria, los domadores, trapecistas, etc.




El caso es que los delfines nos caen bien. Los encontramos simpáticos, juguetones y sonrientes. No es que sonrían realmente, es que la forma de sus bocas las leemos como sonrisas; son las jugarretas que nos suele gastar nuestro cerebro, al que incluso puede invadir un sentimiento de ternura la foto de una tarántula, como la que tenéis a la derecha, con sus ojos grandes  y cara peluda, a la que podríamos identificar fácilmente con un simpático peluche de los que aparecían en los teleñecos. Paradojas de nuestra mente proyectiva